domingo, 16 de agosto de 2009

Distinción entre hechos y opiniones

Para interpretar correctamente un texto, es necesario distinguir los hechos de las opiniones.
Llamamos hechos a los sucesos o datos que se presentan como comprobados y se exponen de una manera objetiva, sin intervención de las creencias o juicios del autor. Son hechos, por ejemplo, los siguientes:
Nigeria es un país africano.
La lengua oficial de Austria es el alemán.
El equipo español derrotó al equipo belga.
Los hechos pueden ser probados y de ellos se puede decir que son verdaderos, si se comprueba que son reales, o falsos, si se comprueba que no son reales. El enunciado Lisboa es la capital de Portugal, por ejemplo, es un hecho verdadero, mientras que el enunciado Oporto es la capital de Portugal sería un hecho falso.
Las opiniones, por el contrario, son juicios que manifiestan el punto de vista de quien los emite. Lo que se expresa en ellas son las creencias personales del autor. Los siguientes enunciados, por ejemplo, constituyen opiniones:
A mi entender, los nigerianos tienen costumbres muy extrañas.
No me gusta el idioma alemán.
El equipo belga mereció la victoria.
A diferencia de lo que ocurre con los hechos, de las opiniones no podemos afirmar que sean verdaderas o falsas. Así, ante una opinión como Lisboa es una ciudad hermosa y acogedora, lo único que podemos hacer es estar de acuerdo o en desacuerdo con ella.
A veces, hechos y opiniones aparecen mezclados. En el siguiente ejemplo, la primera oración expresa un hecho, y en la segunda se mezclan un hecho y una opinión:
Este periódico se edita desde hace más de 100 años. Es el más antiguo y el mejor de los que se publican hoy.
Veamos a continuación dos textos que tratan de un mismo tema (la clonación). En el primero se exponen hechos; el segundo, en cambio, presenta opiniones.
Un equipo de científicos de la Universidad de Hawai ha conseguido clonar un ratón, el primer macho procedente de una célula de animal adulto. Hasta ahora, todos los animales clonados así, desde el primero, la famosa oveja Dolly, en 1996, eran hembras, porque se habían utilizado como suministro tejidos del sistema reproductor femenino. El ratón procede de una célula del rabo de otro ratón macho.
El País (1 de junio de 1999)
Yo no aceptaría la clonación de seres humanos bajo ninguna circunstancia, ni siquiera la más desesperada. Yo tengo hijos y sé que si perdiera a uno de ellos, nada podría devolvérmelo. Podría tener un gemelo genéticamente idéntico aunque no sería la misma persona. Pero es que imaginar su clonación sería una idea de enfermos, sería inmensamente triste y macabro.
El Mundo (2 de marzo de 1997)

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